miércoles, 14 de junio de 2006

Qué hacer en la Era del Hielo, “Marcha de los pingüinos y amenaza de extinción de los viejos en la Juventud”.

Qué duda cabe, el movimiento secundario ha terminado por jubilar a las Juventudes Políticas, al menos a sus dirigentes; o más específico, ha acabado por declarar agotado un modelo de hacer la política. Me refiero a la forma de vivir dentro de la actividad de la política ciudadana. Atrás queda con esto la lógica amigo-enemigo centrada en la díada izquierda y derecha (aunque persisten sus contenidos y alineación en uno u otro bando cuando el tema deja el gris de la discusión y deben tomarse decisiones de fondo) [1], pero en lo que respecta a la idea de movimiento son los grupos por interés los que poseen este poder y forma de hacer política de la que hablamos, algo más cercano a las "acciones de clase" que a las frondas ideológicas.

También agotaron el modelo de reacción: la capacidad de concentrar el interés de los medios (ese deseo maldito de la política actual); la articulación de redes (ellos sí están "conectados") y el poder de búsqueda de acuerdos en regímenes más horizontales y participativos y no caer en la tentación de convertir esos puntos en burocráticas sala de administración de un probado modelito, como vivimos auto-amenazados en las juventudes políticas.

Qué hacer entonces. La respuesta está en plantearnos las preguntas, tomarnos un minuto para pensar y dialogar: aprender de los nuevos cuadros políticos y cambiar. Volver a revolucionarse, ser capaces de realizar la reconstrucción-no-experimental de nuestro sistema y hablar claro, directo, como lo hacen ellos, aplicando una casi rudimentaria fórmula de necesidad-respuesta. Sin teoremas que no sean útiles al colectivo en su avance y poniendo la utilidad general como punto acorde básico.

La pregunta es acerca de cómo somos actores de esta nueva forma de actuar, partiendo por no desestimar lo hecho por este movimiento, pues sería muy fácil declarar al movimiento secundario como un breve episodio de "anormalidad" y respondernos como lo hacen los adultos y vejestorios con un "ya se les pasará" como si ser joven, creativo y estar furioso fuera un virus o una enfermedad.

Es cierto que entre los movimientos y las instituciones (Juventudes Políticas) existen muchas diferencias que definen a uno y a otro: cómo hacer de la permanencia del movimiento una instancia no petrificante y cómo transformar la ausencia de control sobre la masa violenta en una vía pacífica cosntructiva más que reaccionaria. Cómo desplazar la capacidad de gestión y reacción brutalmente eficiente que demuestran ellos a pequeños elefantes administrativos como son los partidos políticos y sus juventudes para dinamizarlos y hacerlos puntos atractivos en el panorama de la cuestión pública y así cumplan, en mi opinión, con la función a la que están llamados en tiempos de la hipermodernidad: ser puentes entre las necesidades y las oportunidades (pueblo-poder/carencia-satisfacción). Convertirnos en verdaderos catalizadores de la diversidad [2]; nutrirnos de ella, crear o descubrir ese hilo conductor que se aloja aún , siento, en los principios que forman el carácter (ética), la actitud de los que creen en la igualdad como estrella polar y en la libertad como una posibilidad de construir la propia vida, alejados y alejadas de dogmas pétreos y oscuros. Una política que queremos cultivar basada en la creatividad y el diálogo, formada por jóvenes con actitud y espero que sea una actitud radical [3].

En suma, si nuestros tiempos comienzan con la acción de los pingüinos, entonces no nos queda más que comenzar también nuestra propia marcha en el deshielo, tratando de averiguar cómo hacer para vivir en nuevos tiempos, cediendo el espacio a los nuevos cuadros políticos y convertirnos nosotros ya no en los protagonistas que buscamos ser, sino recapacitar y volvernos, ahora sí, actores secundarios.

Néstor Morales
Secretario General Juventud Radical de Chile
Coordinador Los Verdes PRSD
EX Presidente Federación Estudiantes Secundarios II Región (FESA)

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